Sònia

Sònia

diumenge, 29 de novembre del 2015

EL TOP TEN DE MI MATERNIDAD

Es bien curioso que ser mamá sea el único oficio del mundo en el que primero te otorgan el título y luego cursas la carrera. Sin duda para mí la mejor profesión que existe ya que me hace desaprender a diario y me obliga a salir de mi zona de confort. Una licenciatura abarrotada de aprendizajes, muchos de los cuales, aprendidos por ensayo-error. Porque a ser mamá se aprende sobre la marcha, a la vez que tus hijos crecen y llegan a tener un número de pie más grande que el tuyo.

Un oficio en el que, tras el nacimiento de tu primer hijo, crees ir doctorándote pero la llegada de tu segundo retoño te demuestra que poco de lo que has aprendido con el primogénito te sirve con él. Porque él decide ser el polo opuesto de su hermano y te exige desarrollar  mil y una nueva estrategia que desconocías. Tu supervivencia está en juego así que te vuelves la mujer más creativa que puede existir.

Y ahí están los dos, formando un tándem perfecto, poniendo a prueba tu paciencia a diario, contribuyendo a aumentar tus preciosas ojeras  y demostrándote que en este fascinante mundo de la maternidad nunca dos más dos son cuatro. Eso sí, basta con un "te quiero mamá" para recordarte lo afortunada que eres en poder ejercer esta ocupación.

Yo experta maestra, psicopedagoga y formadora de familias, que pensaba que esto de la maternidad sería un coser y cantar,  he caído en las mil y una coyuntura que te regala a diario la maternidad. He realizado  los disparates pedagógicos más inverosímiles y continuo viviendo con la sensación que me tocará ir a septiembre a recuperar. 

A primera vista parece un propósito fácil conseguir la felicidad de tus retoños pero en ocasiones parece que se te tenga que ir la vida en el intento. Tras 10 años de preciosa maternidad, de risas y lágrimas, de momentos de euforia y desesperación,  he conseguido confeccionar un decálogo de prescripciones que me hacen mucho más fácil desempeñar el oficio que más me hace feliz.

EL TOP TEN DE MI MATERNIDAD

1. El SENTIDO COMÚN: en muchas ocasiones destaca por  su ausencia y acabamos tomando decisiones sin pies ni cabeza. Con los niños las cosas deben ser mucho más sencillas, ellos cuando dicen que no es no.

2. Aceptar que con los niños el caballo de Santiago NUNCA es blanco. Si lo miras con perspectiva y con una buena taza de café en la mano, la incertidumbre es lo que hace apasionante nuestra maternidad.

3. Admitir nuestra IMPERFECCIÓN y no pretender siempre controlar la situación. Como decía mi abuela,  de lo que más se aprende son de los errores. Papás imperfectos, niños felices.

4. El SENTIDO del HUMOR lleva de la mano siempre a una persona inteligente. Sin duda es el que nos va a ayudar a mantener el equilibrio en la cuerda floja de la maternidad.

5. ABDICAR y pedir ayuda, admítelo tu madre y tu suegra pueden sacarte de mil y una tesitura.

6. No siempre tienes la VERDAD absoluta. Escucha a los de tu alrededor, ellos son capaces de mirar con una óptica mucho más amplia que la tuya y te pueden ayudar a ver justo eso que tienes en frente de tu nariz.

7. La COMUNICACIÓN con nuestros pequeños debe convertirse en el PILAR de nuestra educación. Recuerda nuestro peor problema de comunicación es que no escuchamos para entender, escuchamos para contestar.

8. Eliminemos el sentimiento de CULPA que nos limita y ahoga. No olvides nunca que para tu hijo ERES y SERÁS la mejor madre del mundo.

9. Ajustemos nuestras EXPECTATIVAS a las necesidades de nuestros hijos. No queramos hijos perfectos, deseemos HIJOS FELICES.

10. RECORDÉMOSLES a diario que estaremos  SIEMPRE a su lado de forma incondicional. La vida no viene con un manual de instrucciones, viene con una mamá que está dispuesta a buscar  la mejor sonrisa a su hijo.



dissabte, 21 de novembre del 2015

FELIZ CUMPLEAÑOS PAPÁ

- Recuerda que no le puedes decir nada a papá.

- Lo sé mamá, ya soy grande para guardar un secreto. ¿Tú crees que le gustará?

- Estoy convencida que sí, tú dibujo es muy bonito.

- ¿Cuál es el mejor regalo que te han hecho para tu cumpleaños?

- Los abuelos me sorprendieron con una bici que me encantó.

- ¿Y cuando has sido mamá?

- El mejor regalo es el tiempo, el no dejar de cumplir años.

- ¿Y para que quieres tanto tiempo?

- Para no dejar de sonreír, de aprender, de equivocarme y volverlo a intentar.

- ¿Y a ti te gusta hacerte mayor?

- Sin duda, lo mejor de cumplir años es que todos los aprendizajes adquiridos te dan la posibilidad de liderar tu vida, de decidir quien quieres que te acompañe en tu viaje.

Hoy le toca soplar las velas a papá, no dudo de quien se acordará. Cada año los mejores deseos son para los que están alrededor pero siempre hay uno que nos contagia de emoción. Cuarenta y cinco años vividos, disfrutados y también sufridos. Años de aprendizajes, experiencias compartidas con gente maravillosa que le han hecho ser quien es. Cada año que pasa un poquito más feliz.

Lo mejor de hacerte mayor es que la edad te da el beneplácito de poder hacer exclusivamente las cosas que te hacen feliz y decidir estar únicamente con aquellas personas que te ayudan a sumar, que te animan a avanzar, probar y te alientan cuando toca volver a empezar, que creen en ti cuando tú lo has dejado de hacer.

La experiencia te enseña a llevar las riendas de tu vida, a mirar al que tienes delante del espejo sin miedo, a mostrar lo que sientes sin tapujos, a ser audaz, a pedir lo que necesitas de verdad. A arriesgarte sin tener en cuenta el que dirán, a despojarte de estupideces, manías u obsesiones que sólo te obligan a frenar. A no creer en los tabú.


A mirar lo que nos duele con distancia para encontrar la mejor solución, conocer nuestras barreras, no querer ser un fraude, a no tener que aparentar. A importante más lo que sientes que lo que piensas, a perseguir lo que quieres con ganas, a jugar y arriesgar, a encontrar oportunidades donde antes sólo había pegas, a no creer en los golpes de suerte sino en el trabajo y el tesón. A fabricar sin miedo a fallar, a pedir perdón en voz alta, a no agachar la cabeza cuando las cosas empiezan a ir mal.


A no tener la necesidad de gustar a todo el mundo, de demostrar quien eres ni lo que vales. A llevar la contraria, a ser auténtico, a no arrepentirse de tus decisiones aunque te hayas equivocado. A seguir tus instintos, tus deseos, tu olfato ganador, a ser inconformista cuando las cosas no salen bien, a no forzar, a entender que todo tiene su tiempo.

A actuar como esa persona que sueñas ser, a dar siempre las gracias, ser humilde, sentir el camino, huir de la comodidad, la culpa y los reproches. A querer ser empático, sencillo, fácil de manejar. A esquivar a los que te quieren intoxicar, a ser consciente que tienes muchos motivos para seguir.

Los años te enseñan a quererte, aceptarte sin excusas, valorar lo mucho que tienes, a que tus miedos no te paralicen. A dominar los silencios, las pausas y los momentos complicados,  a no vivir anclado en el recuerdo,  a no querer controlarlo todo, a no sentir la obligación de estar siempre al 100%. A trabajar día tras día para logra la mejor versión de uno mismo y expandir tu talento.

Hijo, lo mejor de cumplir años es tener la edad que las cosas sucedan. Tenemos la gran suerte que papá nos enseña a diario a sonreír a la vida y a salir ahí fuera a conseguir cada uno de nuestros sueños.

Feliz 45 años.




diumenge, 15 de novembre del 2015

EL PODER DE LAS PALABRAS

- Mamá, ¿cuántas palabras sabes?

- No sabría decirte, hablando cuatro idiomas muchas.

- ¿Y cuál es tu preferida?

- Me lo vuelves a poner difícil, no sabría cuál elegir.

- A mí las que más me gustan son papá, mamá y Xavier.

- ¿Por qué?

- Porqué sólo pronunciarlas me hacen sonreír. Pienso en vosotros y me siento feliz.

- Recuerdo aún lo que nos costó a papá y a mí elegir vuestros nombres. A veces una sola palabra puede representar mil y una emoción, ¿no crees?

Ojalá en la escuela existiese una asignatura dedicada exclusivamente a las palabras, sin gramática, ortografía o sintaxis. Una materia con el único objetivo de doctorar a nuestros pequeños en el arte de palabrear. Una formación basada en enseñar la magia de los vocablos con el propósito de convertirlos en ilusionistas que llenan sus diálogos de palabras rebosantes de hechizo como el "te quiero" susurrado al oído en una noche de verano o el  "lo siento" cuando hemos cometido un error. Palabras que sanen a quien queremos, que provoquen a los que creen que no pueden más o reconforten cuando todo se vea gris.

Creo en el poder de las palabras y en el efecto que éstas ejercen sobre los demás, en la musicalidad que producen con efecto sanador, en las cosas fascinantes que pueden llegar lograr. Me gustaría convertirme en un gurú de la locuacidad, en una experta en palabras que mimen, alienten, fortalezcan o llenen ilusión. Un perito en palabras que huyen de las interferencias, los malos entendidos o el doble sentido. Una apoderada del uso del diccionario encargada de suprimir las palabras llenas de fraude, lascivia o falsedad que sólo logran dañar o congelar aquello que nos crea inquietud.

Desearía llenar mis discursos de palabras sencillas y humildes, rebosantes de coherencia y autenticidad entre el hacer y el sentir, el pensar y el ejecutar, entre mis valores y mi forma de actuar. Ansío que mis palabras sean capaces de crear intensidad, riesgo y asombro, que encorajen a los míos a no dejar de andar, que sugieran nuevas rutas que investigar, que dejen huella, creen soluciones y ayuden a mejorar. Que inventen nuevas historias, preguntas por contestar, que motiven a probar sin miedo a errar, a seguir sin mirar a atrás, que ericen la piel. Palabras que ayuden a parar para escuchar, que hagan sentir grande, que recuerden a los míos que son más valientes de lo que creen.

Llenemos el diccionario de palabras entusiastas, felices y cariñosas que orienten a movernos en la mejor dirección, que recuerden que el momento es aquí y ahora, que rebosen pasión y ayuden a sumar. Que sean claras y directas facilitándonos progresar, que contagien de deseo de saber y experimentar, que provoquen reacciones, que nos contagien de magia y emoción, que nos ayuden a reescribir una y mil veces nuestro guión.

Tachemos aquellas palabras herméticas que nos llenan de indiferencia, odio y amargura. Aquellas repletas de estigmas, prejuicios o dudas que nos hacen detener. Las que enjaulan y mutilan nuestros sueños, las insulsas que aburren y provocan pereza, aquellas que nos sacan de nuestras casillas y pueden hacernos enloquecer.

Condenémoslas al desuso, eliminemos los vocablos que nos hacen pequeños, nos paralizan o condicionan, nos abarrotan de rabia, ansia o dolor. No demos tregua a los tópicos, transformemos sus letras en las que calman y sosiegan, dan confianza y contagian ingravidez. Aquellas que rompen distancias, eliminan barreras, crean acción, rompen estructuras, buscan soluciones e invitan a desafíos. Palabras que te recuerdan que posees alas, que nos zarandean para hacernos reanudar, nos recuerdan que rompamos los límites, nos acercan al éxito, nos hacen sentir poderosos y nos ayudan a tomar distancia cuando parece que todo se vaya a derrumbar.

Palabras que interesen a los que escuchen, que eliminen la ignorancia, sin reproches ni ironía, que tracen puentes y rompan muros, que iluminen sin temor todo lo que queda por hacer. Palabras llenas de detalles, consuelo, mimos y arrumacos, que colmen de intención.

Ojalá mis palabras sean capaces de activar emociones, que regulen y protejan a todos los que tengo a mi alrededor.

dilluns, 9 de novembre del 2015

MAMÁ, PAPÁ, ¿HACEMOS DEPORTE JUNTOS?

!Mamá! no puedo más.

Un poquito más, lo estás haciendo fenomenal.

¿Y llegaremos a la fuente que sale el agua fría?

! Helada ! Nos daremos un buen remojón. Verás cómo te gusta el paisaje que se ve desde allí.

! Mamá ! es que no puedo más.

Cambia el desarrollo de tu bicicleta y será mucho más fácil llegar. Te prometo que merecerá la pena.

Ya casi estamos, ya veo a Pol y papá.

! Debes estar muy orgulloso de tu esfuerzo!

Mis hijos esperan el fin de semana para poder compartir con papá y mamá una de las actividades que más les hacen feliz: hacer deporte. Salir en bici, nadar juntos, escalar, un partido de pádel o futbol, realizar una emocionante excursión, cualquier motivo es bueno para compartir un tiempo en familia y potenciar la práctica deportiva.

En la sociedad actual, el ejercicio físico no siempre recibe la atención que se merece. Numerosos estudios alertan de las pocas horas que los niños dedican a realizar actividades físicas y el sedentarismo aumenta; demasiadas horas sentados mirando la TV o jugando a la consola. El porcentaje de niños obesos aumenta año tras año en nuestro país, España es el tercer país europeo con más niños con problemas de sobrepeso.

Todos los padres conocen los beneficios físicos, psicológicos y sociales que comporta la práctica deportiva en el desarrollo de sus hijos, pero muy pocos platean dicha práctica como una actividad que se puede realizar de forma conjunta. No podemos limitarnos a acompañar a nuestros hijos a sus entrenamientos o irlos a ver a su competición. Debemos convertirnos en el mejor estímulo y ejemplo para ellos, actuando como modelos de padres y madres con estilo de vida saludable y activo. Si nos ven hacer deporte ellos también querrán ser como papá y mamá; !corredores, nadadores o ciclistas!

Realizar actividades físicas juntos despertará el interés de nuestros pequeños por el deporte y será una manera magnífica de estrechar los vínculos familiares y transmitir valores. El primer objetivo de la práctica conjunta debe ser pasarlo bien. Busquemos actividades atractivas y motivadoras para todos los miembros de la familia. Jugar, estar activos, divertirse, aprender, conocer nuevos lugares, serán los objetivos a perseguir. El objetivo no es ser un campeón sino disfrutar en familia.

Los deportes ofrecen momentos únicos y divertidos para compartir valores que durarán por vida. Perseverancia, esfuerzo, aprender a trabajar en equipo, a tener tolerancia a la frustración, a ser honestos y solidarios. Aprender a perder o ganar, a seguir las normas de un juego y conseguir una imagen positiva de uno mismo.

Experimentemos hasta que encuentren el deporte o actividad física que más les guste, en la que demuestren más habilidades o se sientan más motivados, ayudémosle a conseguir sus objetivos. Integremos la actividad física a nuestro día a día.


            ¿Por qué en el próximo cumpleaños no les regalas a tus hijos una raqueta, un nuevo balón o una nueva bicicleta para poder disfrutar juntos de momentos únicos?