Sònia

Sònia

dimecres, 27 de maig del 2015

MAMÁ, ¿TÚ TAMBIÉN SUEÑAS?

- Mamá, a veces sueño cosas que no se cumplen.

- ¿Cómo qué?

- El otro día soñé que era capaz de volar. Me encantó sentir que mis pies no tocaban el suelo.

- A veces los sueños nos permiten hacer cosas maravillosas, en eso reside la magia de soñar. Soñando no hay nada que se nos resista, los miedos desaparecen y nada nos limita.

- Mamá, ¿los mayores también soñáis?

- Claro que sí, yo creo que a medida que vamos creciendo más nos gusta hacerlo.

- ¿Por qué mamá?

- Porque en ocasiones perdemos la capacidad de imaginar o crear todo aquello que deseamos y los sueños se convierten en un gran vehículo para seguir haciéndolo. En muchas ocasiones los utilizamos como el punto de partida de un nuevo reto.

- O sea, que los utilizáis de excusa para atreveros a intentar hacer nuevas cosas, ¿es eso?

-  La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante. Los sueños siempre aportan valor.

Soy de las que piensa que en las escuelas se debería impartir  una asignatura obligatoria donde se enseñase las herramientas básicas para no olvidar NUNCA la importancia que tiene soñar. Una materia que nos enseñase que sólo es posible avanzar cuando uno mira lejos, elimina sus miedos y trabaja a diario para conseguir aquello que realmente le haga feliz. Una asignatura que se debería reforzar en casa a diario, unos deberes a los que dedicar todos nuestros esfuerzos si queremos conseguir la felicidad. Una rutina llena de optimismo, valentía e ilusión.

¿Cuántas veces no nos hemos atrevido a soñar por miedo a descubrir que conseguirlo sólo depende de nosotros? En muchas ocasiones dejamos de soñar por miedo a asumir esa responsabilidad y dedicamos todos nuestros esfuerzo a vivir sumidos en el lamento, en la  queja fácil y nos volvemos unos verdaderos expertos en lanzarle la culpa a los demás. Lo más triste es que al final nos sentimos cómodos postergando, mostrándonos perezosos o buscando cualquier pretexto para dejar de soñar. La vida se convierte en una ridícula obra de teatro donde ni si quiera nos dan el papel del apuntador.

Miedo al riesgo, a la duda, a cambiar de opinión, a las sorpresas. Los sueños se van haciendo cada vez más pequeños y pierden su sentido. La rutina ya nos compensa, nos hemos acostumbrado a ella, hasta le hemos cogido cariño. La improvisación o la fantasía están vetadas en nuestra vida acomodada, donde todo está estructurado. Hemos esperado tanto tiempo el motivo, el lugar o la persona adecuada que hemos olvidado soñar. Y cuando te has visto capaz de hacerlo, aquel instante donde te has sentido valiente,  has preferido volver a posponer por miedo a fracasar, asumiendo que tu sueño te quedaba grande, decidiendo que mejor que lo persiga otro, tú has elegido continuar siendo gris.

Hijo, los sueños son el mejor antídoto para vivir con ilusión, para ser feliz. Nunca tengas miedo a soñar grande porque tu serás merecedor de cada uno de ellos. Proyecta cada una de tus ilusiones en ellos, sin contener el deseo, la ilusión, sin miedo a fracasar. Los sueños nos ayudan a salir de la zona de confort, nos acercan al riesgo, dibujan cada uno de nuestros retos. El trabajo, el esfuerzo y la constancia se convertirán en nuestros mejores aliados. Los sueños nos enseñaran a fracasar para volver a construir, a aceptar el error como la mejor estrategia para mejorar. Soñar llenará nuestros días de ilusión y felicidad.

En muchas ocasiones, los sueños no darán respuesta a nuestros por qué o los para qué, ni tan siquiera nos llevaran  a donde queramos llegar, pero sin duda serán los encargados de señalizarnos el camino, provocarán que demos el primer paso para sacarnos donde estemos. Elijamos nuestro sueño, sin esperar el momento o el lugar adecuado, busquemos bien a nuestros cómplices y creamos que somos la única persona merecedora de conseguirlos. Deberás estar a la altura, soportar la tormenta, las críticas o la envidia de aquellos que nunca se atrevieron. La locura formará parte del juego.

Los sueños nos ayudarán a encontrar nuestro talento, lo que nos hace diferente, únicos. Pon tus cinco sentidos, ensaya, ponte en marcha cada día. Busca ilusionarte, hacer algo extraordinario, no te preocupes si a veces sientes vértigo, los grandes también lo tuvieron. Encontrarás a los que no te entienden, a los que se aparten porque les produces aturdimiento. Se honesto, mima los detalles,  crea tu marca, no te canses de insistir, no dejes que tus sueños prescriban. Equivocarse nunca supondrá hacer el ridículo.

Nunca copies o pidas sueños, no seas mediocre. Esboza sin miedo todo aquello que quieras conseguir, se aquella persona que sueñas ser. No tengas miedo a perder lo que eres, a sentir lo que te hace estar vivo, a apreciar tu pasión. Cree en ti, en tu camino. Se paciente, asume el riesgo, comprométete, admite el fracaso y enrólate a tu destino. Haz cosas extraordinarias, que mejoren el mundo, que ayuden a los demás.  Recalcula  tu ruta las veces que hagan falta, cambia tu hoja de ruta las veces que haga falta, sal ahí fuera sin medida, sé ahora lo que sueñas, no pienses en exceso. 

Céntrate en tus fortalezas, en tus oportunidades, abre caminos que antes nadie haya imaginado, vuelve a la casilla de salida las veces que haga falta. Sal ahí fuera y decide quien quieres ser.

Es bien curioso, hoy he soñado que volaba.


dimarts, 12 de maig del 2015

MAMA, ¿SERÉ CAPAZ DE AMAR?

- Mamá, ¿se puede querer diferente?

- No acabo de entender tu pregunta.

- Sí mamá, quiero saber si a ti también te pasa que quieres a las personas de forma distinta.

- Sí, a mi también me pasa. Es muy normal, depende el vínculo que exista con ellas.

- Y, ¿eso es malo?

- Yo creo que no. Lo importante es aprender a amar a cada una de ellas según lo que signifiquen para ti.

- Pues a veces tengo la sensación de no saber querer bien, mi corazón se hace un lío.

-  A querer también se aprende. ¿Sabes? Una de las mejores cosas que te pasarán en esta vida es aprender a amar consiguiendo que el único jefe sea tu corazón, sin hacer demasiado caso a la razón.

- A papá, a ti y a Xavier os quiero hasta el infinito. Pero a veces siento que, cuando pienso en una persona concreta, mi querer se convierte en un cosquilleo que me hace sonreír.  Si noto que el corazón se me acelera al ver a alguien, ¿eso es amor, mamá?

- Para mi amar es sentir que quieres regalarle tu vida al que tienes a tu lado.

- ¿Y si cuando sea mayor no soy capaz de amar como tú lo haces con papá?

- Estoy convencida que llegará el día que el amor te apuntará directo, en medio de tu alma, sin previo aviso, sin hacer ruido, sin explicación. Sólo en ese instante sabrás que ha llegado el momento de amar sin poner el freno de mano.

- ¿Y será entonces cuando vea claro que es la persona a la que voy a querer para siempre?

 Sí, pero antes te tocará, en más de una  ocasión, desilusionarte al no ser correspondido o aceptar que  la persona elegida no era la correcta. Sabrás que amas bien cuando a tu lado esté la única persona que sea capaz de ver en ti cosas que los otros no pueden ni siquiera intuir.

¿Cómo se le explica a un hijo qué es amar? ¿Cómo explicarle con palabras ese escalofrío que sientes cada vez que ves aquella persona a la que has decidido regalarle lo mejor y a veces lo peor de ti? ¿Cómo definirle a aquella persona que se convierte en tu cómplice, que te hace sonreír sin sentido, enreda tu alma y hace que mueras por un beso?

Hijo amar es sentir la locura necesaria para querer a alguien hasta el fin, desearle, añorarle cuando no está. Sentir que lo bueno siempre está por llegar porque esa persona es capaz, día a día, de sorprenderte, de mimarte, de entenderte. Querer es vivir sin tener que disimular tus defectos, compartir cada amanecer aunque amanezca en tormenta, entenderse en el más absoluto silencio. Amar es encontrar al que respeta tu soledad, tus intenciones y tu forma de lamentar.

Querer es encontrar a aquel que te da aire cuando lo necesitas o te estrecha bien fuerte cuando dejas de respirar. Tu partícipe que no se cansa de explicarte lo mucho que vales los días que se tiñen de gris, aquel que te calma y aleja tus miedos,  el que no busca en ti lo que jamás serás capaz de ofrecerle, el que tira de tu mano cuando has decidido quedarte en el andén.

Recuerda siempre que en el amor no se exige, ni se reclama, ni se impone. Se ofrece, se cede, se dialoga y se regala. El querer es capaz de parar el tiempo, de mover montañas, recorrer desiertos y surcar mares. Se adapta al paso del tiempo, se reorganiza y se transforma cuando a casa llegan dos más. Es aquél que alberga la quimera, la creencia que compartir merece la pena.

El amor hijo se mide por momentos, por instantes, por los poros de la piel. Amar permite vivir sin tener que mostrarte perfecto. Amar es provocar, empujar, querer caminar, tirarse al abismo de la mano sin importar lo que pase mañana. Hacer que se pare el mundo para bailar, inventar mil y una locura para sentir. Amar es regalar tu vida al otro convirtiéndose en el motor que te hace dar otro paso cuando no quieres caminar más.

Amor es que todo sepa, huela, suene o tenga el tacto del otro. Pasión sin contención. Cuando todo queda congelado por el hechizo del sentir, cuando la piel se eriza como símbolo de complicidad. Locura y cordura a partes iguales, sin cadenas ni ataduras, pactos que sólo conocen dos.

Querer es pasar la tempestad sin dudar que todo mejorará, compartir pasiones y proyectos. Sabrás que alguien te ama porque será capaz de ponerte en tu sitio cuando estés equivocado y se mostrará crítico cuando sea necesario. El amor se nutre de momentos mágicos y comparte desencuentros. El verdadero amor se lleva a cabo y no se sueña, se cultiva a diario, se defiende con uñas y dientes. En él se comparte el vértigo y el alma se hace una.

El querer no está sujeto a ninguna condición, es independiente. Cuando uno ama de verdad consigue que el otro se quiera como un ser único, le potencia, no ata ni acota. Acepta tus rarezas, te ve guapa el día que te comen las ojeras, es el único que te roba una sonrisa cuando no puedes más. 

Recuerda siempre que el amor se hará más fuerte cuando se haya fracasado juntos y se proyecten nuevos caminos. Hijo, recuerda siempre que deberás amar a la persona que tengas a tu lado cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite. Amar es enamorarse de la misma persona todos los días.