Sònia

Sònia

dissabte, 26 de maig del 2018

NO VAS A SER ETERNO

Nos autoimponemos obligaciones, hacemos de lo fácil algo complicado. Tendemos a entorpecer todo lo que nos pasa con nuestras razones erróneas. Dedicamos nuestro tiempo a autoequitarnos de forma ridícula, a resolver cálculos innecesarios, ecuaciones que entorpecen nuestros deseos. A hacer lo preestablecido, a seguir corrientes que poco se identifican con lo que realmente necesitamos.

Cedemos nuestra libertad a aquellos que no nos conocen, dejamos que nos arruguen sus críticas, que acaben con nuestra autenticidad. Creamos dependencia a cosas absurdas, a manías ridículas, a críticas sin sentido. Vivimos atrapados entre nuestras inseguridades, nuestros complejos, nuestra pésima autoestima.

Se nos pasan los días entre polémicas, entre postergas, entre pretextos, enfrascados en nuestras preocupaciones. Inventamos tramas por miedo a que nos hagan daño, a no estar a la altura, posponemos por creer que nunca es el momento adecuado. Desperdiciamos gran parte de nuestra vida condicionados por el pasado, amenazados por el futuro, desperdiciando el presente.

Nos aterroriza hacernos responsables de nuestras acciones, de nuestras emociones, de nuestros sueños. Eternizamos con nuestra actitud los malos momentos, nos arrugamos ante cualquier contratiempo, preferimos crear excusas a soluciones.

Llenamos todos nuestros nuevos proyectos de ruido, de desorden, de recuerdos que nos atormentan. De oportunidades desperdiciadas, resentimientos absurdos, apegos que limitan.

Por suerte un día la vida te pega fuerte y aprendes a que NO VAS A SER ETERNO. Un zarpazo que te pone en el filo del precipicio donde le ves de verdad las orejas al lobo. Ese momento en el que todo cambia, donde aprendes a releer todo lo que pasa, a exprimir cada una de tus oportunidades.

Hagámonos un favor, dejemos de complicarnos la vida, de mostrar únicamente nuestra torpeza. Arriesguémonos a vivirla con intensidad, a asumir el riesgo a sentir, a tropezar, a perder. Atrevámonos a buscar aquello que realmente deseamos, a salir de la línea que nos vienen marcadas. A liderar con orgullo cada uno de nuestros retos, a buscar nuestra excelencia, a hacer pequeño nuestro ego.

A descubrir lo extraordinario de nuestra diferencia, a huir de la uniformidad, a no tener que encajar siempre.  A vivir en ocasiones en la cuerda floja, a ver oportunidades en los problemas, a utilizar los contratiempos para aprender.

Exprimamos nuestro talento, creamos en los imposibles, decidamos vivir de la forma que queramos. Dejemos marchar todo lo que ya no suma, a dejarnos llevar por nuestra intuición sin tener que controlarlo todo, sin justificar nuestras 

DEJEMOS DE EXISTIR PARA VIVIR, seamos lo que se nos antoje. 

dissabte, 12 de maig del 2018

NO ERES TAN IMPORTANTE

No eres tan importante como te piensas ni tan imprescindible como a veces sientes. La vida va a seguir girando independientemente de lo que tú estés dispuesto a exprimirla. Sólo unos pocos van a recordarte cuando ya no estés. Nunca vas a ser capaz de contentar a todo el mundo. 

Posiblemente no inventarás nada imprescindible para la humanidad, ni escribirás el best seller que de solución a tu hipoteca. La fama que ansías es poco probable que llegue y la mayoría de tus ideas nunca serán transgresoras. A menudo no vas a lograr ser lo que los demás esperan de tí. No encontrarás a nadie que tenga la solución a todos tus problemas pero sí a cientos que estén dispuestos a opinar sobre ti sin apenas conocerte.

Quizás nunca entenderás el por qué de tus malas rachas, de tus tropiezos, de tus meteduras de pata. El por qué nunca sientes que es el momento adecuado para empezar a apostar a fuego por tus sueños, para creer en la magia.

Tu ego va a convertirse frecuentemente en el peor de tus enemigos haciéndote creer que mereces que te quieran como a ti te gustaría, que te acepten con tus condiciones, que te valoren por cosas que no has tenido agallas de intentar.

Ojalá llegue el día en el que te de des cuentas que estás en el lugar que ya no que quieres estar. Ese en el que dejes de vivir sin aparentar, sin postergar, sin justificar tus decisiones. En el que dejes de disimular tus fantasmas y tengas agallas para ser esa persona que realmente deseas.

Seguramente tu felicidad pase por empezar a creer en tu grandeza, por valorar tus intentos, por prestar atención a lo que te dicta el corazón. Sin tener que esperar la aprobación de los que te rodean, creyendo que mereces lo mejor.

Atreverte a salir del sistema que otros han ideado para ti, pelear aunque toque ir a contracorriente. Aprender a adorar tus cicatrices porque hablan de tus batallas, a asumir el riesgo de tus emociones, a descubrir lo que es realmente importante. Defender tus sueños con uñas y dientes, creer en la utopía, estar en paz cada vez que sientas que has hecho todo lo que estaba en tus manos.

Quizás para empezar a ser importante deberías empezar a CREER en ti sin CONDICIÓN.

dissabte, 5 de maig del 2018

SER MAMÁ EL MEJOR OFICIO DEL MUNDO

- ¿Cuál es el mejor oficio del mundo? ¿aquél en el que ganas más dinero o en el que debes trabajar poco?

- El mejor oficio del mundo es aquel que te haga realmente feliz. 

Su pregunta me transporta instantáneamente al pasado. Recuerdo cómo durante mi infancia me incomodaba enormemente que alguien me preguntara qué quería ser de mayor. Primero, porque yo nunca tuve prisa por crecer. La segunda razón era porque no tenía ni idea a que quería dedicarme en el futuro. Deseaba a diario que por arte de magia me llegase mi vocación.

Nunca imaginé que un llanto pudiese hacerme tan feliz. Fue en el momento en el que oí llorar a mi hijo por primera vez en el que supe que había nacido para ser mamá. Sentir por primera vez su calor, descubrir su olor, darle calor con mi piel. Recuerdo quererle desde el mismo momento que supe que estaba embarazada.

Jamás creí que la llegada de alguien tan pequeño pudiese dar un giro tan radical a mi existencia, que  cambiase mi forma de ver el mundo, de decidir, de sentir. De mirar al futuro y darle tanta intensidad a todo. Capaz de cultivar mi empatía, mi paciencia, mi comprensión. De reorganizar mis días, mis deseos, mi forma de querer.

Ser madre es sin duda la aventura más apasionante de mi vida, mi gran escuela de aprendizaje. Lo más hermoso y complicado que me ha pasado nunca. Elegir querer a alguien para toda la vida, sin peros ni porqués, dar sin guardar, amar hasta la imperfección.

Sin duda para mi el mejor oficio del mundo, el único capaz de descubrir lo mejor de mí, mi parte más dulce, protectora. Pero también con parte confusa, con ratos de sombra, de desilusión. De momentos de querer volver a tu vida de antes cuando eran otros los que cuidaban de ti.

Un regalo que te permite acompañar a alguien sin condiciones, mostrarle tu mejor versión.

Desear verle crecer, aprender, enseñarle a creer en él. Ofrecerle lo mejor que esté en tus manos, empoderarle para que se atreva a descubrir.

Compartir sus sueños, colaborar en el diseño de su camino, saber que pase lo que pase vas a estar a su lado. Alientarle a que vuelva a empezar, a probar sin garantías, a ser valiente.

Ser capaz de dejar que sufra, que caiga, que aprenda de los tropiezos. Que coja caminos equivocados, soluciones desbocadas.

Enseñarle a volar, a creer en su instinto, a crear sus cimientos.  A asumir las consecuencias de sus elecciones, a decidir lo le hace feliz, a liderar sus días. A quererse sin excusas, a pelear por sus retos.

No creo que exista palabras más bellas en el mundo que un "Te quiero mamá".

ENCONTRÉMONOS EN NUESTRAS DIFERENCIAS

La mayoría de nosotros hemos sido educados para cumplir con los requisitos que algunos han definido como normalidad. Unos principios que seguimos y asumimos como borregos. Unos patrones que nos asemejan sin sentido, que limitan nuestra forma de mirar. Todo es mucho más sencillo  si vivimos igual, si sentimos igual, si actuamos igual. Si hacemos o necesitamos lo mismo, sin callamos lo que nos incomoda por miedo a salir de la norma.

Reproducimos una cultura en la que es legítimo imponer, estigmatizar, descartar aquello que consideramos diferente. Rechazamos todo aquello que se aleja de esos parámetros, de esas costumbres, del molde que han establecido por nosotros.

La diferencia nos incomoda, nos produce inseguridad, nos hace vulnerables. Es mucho más fácil normalizar el rechazo, cargarla de etiquetas, de prejuicios, de silencio. Hacerla invisible, condenarla sin sentido, construir muros para hacerla desaparecer.

Todo es mucho más simple si no salimos de la norma, del camino, de lo que algunos han definido como lo ordinario.  Esa normalidad que nos carga de absurdo, nos priva de conocer, nos hace mucho más pequeños. Que nos convierte en miserables cada vez que giramos la cara a la realidad.

La diferencia nos da miedo porque cada vez que la hemos sentido en primera persona nos ha dejado marcada la piel. Nos ha castigado con frustración, con exclusión, con censura. Nos ha hecho salir de la casilla de salida con desventaja, vivir en un mundo paralelo, volvernos etéreos. Soportar miradas que no entienden, que condenan sin sentido, que engrandecen complejos y nos llenan de rechazo. Por eso cuando la vemos cerca optamos por convertirnos en testigos silenciosos del dolor que otros sienten, en seres miserables con pavor a volver sufrirla.

A la diferencia no se le hace frente únicamente con recursos sino con respeto, con ganas de conocer, de saber, de compartir. Cambiando conductas, trabajando por una equidad real, flexibilizando los sistemas.

Sin itinerarios excluyentes, sin excusas de presupuestos, garantizando el éxito para todos. Con adaptaciones que respondan a necesidades reales, rompiendo fronteras sin sentido, potenciando fortalezas. Con un trabajo de normalización real, con una educación que nos haga libres.

Utilicemos la EDUCACIÓN como el arma más poderosa para reinventar la sociedad. Una sociedad que mire la diferencia con empatía, libre de recelos, sin comparaciones cualitativas. Con ganas que nos sorprenda, que nos enseñe, que sea compartida. Que no permita que existan mundos paralelos donde se aísla, se castiga, se desaparece.

Un respeto que empiece por uno mismo y se extienda a los demás. Que se practique y se exija a partes iguales. Con el ejemplo como el mejor de los aliados, con la tolerancia como mejor instrumento. Porque el derecho a la igualdad no hay que merecerlo, ni ganártelo, ni esperarlo, ES UN DERECHO.